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El Barrio: «Solo soy un soñador que canta sus utopías» •
El Barrio inicia la gira del disco ‘Duermevela’ en Barcelona, donde, por cierto, se compra sus característicos sombreros.
–¿Cómo ha vivido este cambio de recinto: del Pavelló Olímpic de Badalona a dos Palau Sant Jordi?–Bueno, debido a la gran demanda he decidido pasar a este recinto más grande. Es un honor abrir la gira en Barcelona, una ciudad que siempre me ha acogido muy bien.
–¿Cómo ha logrado pasar de guitarrista a auténtico fenómeno de masas? Porque en Madrid hará hasta tres Palacio de Deportes y las entradas llevan mes y medio agotadas.–Con constancia y tesón, un granito de arena puede convertirse en cemento. Y todo sin necesidad de un pelotazo. Lo he conseguido escaloncito a escaloncito.
–Sorprende que muchos medios sigan sin hacerse eco de gestas como estas y que siga sin sonar en las radiofórmulas. ¿Conoce los motivos?–No. Pero he sabido verle la parte positiva al asunto. Una sobrexposición puede acabar quemándote. Y si tu trabajo es bueno, la gente se entera igualmente y quiere verte en directo.
-En Duermevela es su disco número nueve. ¿Cómo ha evolucionado su propuesta desde que empezó?–Diría que muy favorablemente, dado que el índice de ventas y de popularidad ha ido creciendo.
–Sacó el disco coincidiendo con el lanzamiento póstumo de Michael Jackson, pero el rey fue usted: le quitó el número uno.–Fue una coincidencia, sí.
–Y a la semana ya era disco de platino, pero usted sigue fiel al pequeño sello Senador. ¿No le ha tentado aún ninguna multinacional?–Pues todavía no ha bajado ninguna a proponerme nada. En realidad, me queda por contrato un disco con Senador y me siento muy a gusto con ellos. Allí no soy un número, soy una persona.
–En este compacto, el rock gana por primera vez a los sonidos flamencos. ¿Por qué?–A mí me gustaría resaltar que lo que gana son las críticas sociales. Y mi confirmación como autor, con letras más elaboradas.
–¿Se refiere a estrofas como: «El país va del carajo, no tienen porque alarmarse/ está todo controlado por ministros elegantes/ ¿A qué viene ese miedo de otro mundo más estable?/ Si lo estable viene de establo y allí solo viven bestias,» de la canción Moda? –Es que me irritan esos señores que dicen que nos van a salvar, solo por salir bien vestidos. En la letra también hablo de la inmigración, el cambio climático, la muerte...
–Claro, de ahí que en su web se asegure que usted es «el mesías». ¿Tan poderoso se siente?
–La gente me dice cosas así, sí. Solo soy un soñador que canta sus utopías y aspira a compartir sus sueños con cuanta más gente mejor.
–¿Por qué no se despega de sus sombreros? Y, ¿dónde los compra?–Pues en Barcelona. En Sombrería Mil, de la calle Fontanella. Tienen hasta el modelo Barrio: negro y con una cinta arriba de las alas. El sombrero se ha convertido en mi seña de identidad. Y lo mejor de todo: me permite salir de incógnito cuando no lo llevo y poderme tomar una copa tan tranquilamente.
El Barrio: «Solo soy un soñador que canta sus utopías» •
El Barrio inicia la gira del disco ‘Duermevela’ en Barcelona, donde, por cierto, se compra sus característicos sombreros.
–¿Cómo ha vivido este cambio de recinto: del Pavelló Olímpic de Badalona a dos Palau Sant Jordi?–Bueno, debido a la gran demanda he decidido pasar a este recinto más grande. Es un honor abrir la gira en Barcelona, una ciudad que siempre me ha acogido muy bien.
–¿Cómo ha logrado pasar de guitarrista a auténtico fenómeno de masas? Porque en Madrid hará hasta tres Palacio de Deportes y las entradas llevan mes y medio agotadas.–Con constancia y tesón, un granito de arena puede convertirse en cemento. Y todo sin necesidad de un pelotazo. Lo he conseguido escaloncito a escaloncito.
–Sorprende que muchos medios sigan sin hacerse eco de gestas como estas y que siga sin sonar en las radiofórmulas. ¿Conoce los motivos?–No. Pero he sabido verle la parte positiva al asunto. Una sobrexposición puede acabar quemándote. Y si tu trabajo es bueno, la gente se entera igualmente y quiere verte en directo.
-En Duermevela es su disco número nueve. ¿Cómo ha evolucionado su propuesta desde que empezó?–Diría que muy favorablemente, dado que el índice de ventas y de popularidad ha ido creciendo.
–Sacó el disco coincidiendo con el lanzamiento póstumo de Michael Jackson, pero el rey fue usted: le quitó el número uno.–Fue una coincidencia, sí.
–Y a la semana ya era disco de platino, pero usted sigue fiel al pequeño sello Senador. ¿No le ha tentado aún ninguna multinacional?–Pues todavía no ha bajado ninguna a proponerme nada. En realidad, me queda por contrato un disco con Senador y me siento muy a gusto con ellos. Allí no soy un número, soy una persona.
–En este compacto, el rock gana por primera vez a los sonidos flamencos. ¿Por qué?–A mí me gustaría resaltar que lo que gana son las críticas sociales. Y mi confirmación como autor, con letras más elaboradas.
–¿Se refiere a estrofas como: «El país va del carajo, no tienen porque alarmarse/ está todo controlado por ministros elegantes/ ¿A qué viene ese miedo de otro mundo más estable?/ Si lo estable viene de establo y allí solo viven bestias,» de la canción Moda? –Es que me irritan esos señores que dicen que nos van a salvar, solo por salir bien vestidos. En la letra también hablo de la inmigración, el cambio climático, la muerte...
–Claro, de ahí que en su web se asegure que usted es «el mesías». ¿Tan poderoso se siente?
–La gente me dice cosas así, sí. Solo soy un soñador que canta sus utopías y aspira a compartir sus sueños con cuanta más gente mejor.
–¿Por qué no se despega de sus sombreros? Y, ¿dónde los compra?–Pues en Barcelona. En Sombrería Mil, de la calle Fontanella. Tienen hasta el modelo Barrio: negro y con una cinta arriba de las alas. El sombrero se ha convertido en mi seña de identidad. Y lo mejor de todo: me permite salir de incógnito cuando no lo llevo y poderme tomar una copa tan tranquilamente.
